Desde 1895 la familia Roldán viene manteniendo la
industria de fabricación de aceite de oliva.
En sus comienzos nació actuando como maquila,
molturándose la aceituna que entregaban
cosecheros de la misma familia que, conforme se
producía el aceite de sus frutos lo iban retirando
para su autoconsumo, venta o trueque.
Cada cosechero pagaba la molturación en fanegas
de cebada, que se destinaba a la alimentación de
las mulas que movían las piedras del molino.
El tiempo, la tecnología y los inquietos gestores que
han estado al frente del negocio, han propiciado el
que aquella antigua almazara familiar se haya
convertido en una moderna fábrica con tres líneas
de recepción, seis tolvas de espera y tres líneas
contínuas de dos fases, con una capacidad anual de
molturación de unos quince millones de kilogramos
de aceituna, fundamentalmente de las variedades
picual, lucio (autóctona de la comarca), picudo,
hojiblanca y arbequina.